Las analógicas, la magia de lo mecánico y lo químico. Si alguna vez habéis tenido una de estas cámaras entre vuestras manos, sabréis a qué me refiero.
Y es que todos los procesos tienen un halo de emoción que se ha perdido con la fotografía digital: desde que colocamos el carrete hasta que vemos nuestras fotos reveladas (¡o las revelamos nosotras mismas!).
Para las que disparamos en analógico alguna vez, es como regresar a un momento concreto del tiempo que pensamos se había agotado… aunque no fue así y prueba de ello, es que los carretes nunca dejaron de fabricarse.
Y para las que os asomáis a estos lares por primera vez… ¡disfrutadlo, es realmente apasionante!
Si estáis pensando adquirir una de estas joyitas o vais a desempolvar la que metisteis en una caja de zapatos hace 20 años, aquí os dejamos una guía para refrescar conceptos y resolver alguna duda.
¿Qué es una cámara analógica?
Además de un objeto fascinante, es un instrumento que, a través de técnicas no digitales, nos permite producir fotografías.
Vamos, que es la cámara “de toda la vida”, la tradicional que se usa con carrete y que ha llenado nuestros álbumes de recuerdos.
Aunque hay muchos tipos de cámaras analógicas, los principios físicos y el proceso son los mismos.
También comparte con la digital (más bien la digital comparte con la analógica) mecanismos similares para regular la luz que penetra hacia el interior de la cámara y que formará la fotografía.
Para que veáis cuánto se parece a la que ya conocéis, estas son las partes de una cámara analógica:
1. Visor de cámara: Nos servirá para encuadrar.
2. Objetivo: Conjunto de lentes que se encargan de dirigir los haces de luz hacia el interior de la cámara.
3. Anillo de enfoque: Al girarlo, ajustamos el foco hasta la distancia a la que se sitúa nuestro sujeto para conseguir una imagen nítida.
4. Anillo de diafragmas: Es aquí donde seleccionaremos la apertura de diafragma que vamos a colocar en función de la luz disponible o la profundidad de campo que busquemos.
5. Desbloqueo del objetivo: Sirve para liberar el objetivo y que lo podamos sacar en caso de querer intercambiarlo por otra lente o para limpiarlo a fondo.
6. Dial de velocidades de obturación y sensibilidad: Lo usaremos para ajustar la velocidad de obturación, es decir, la fracción de tiempo que dejaremos pasar la luz a la película. Esta rueda también incorpora un mecanismo para ajustar la sensibilidad de la película (ISO o ASA).
7. Disparador: El “click” que nos permite accionar el obturador y tomar la fotografía.
8. Palanca de arrastre: Sirve para arrastrar la película después de cada exposición de modo que volvemos a cargar el obturador. Las cámaras analógicas más modernas a veces cuentan con un pequeño motor que automatiza esta tarea.
9. Zapata de flash: Permite colocar un flash externo que se conecta y sincroniza con la cámara a través del contacto que vemos en el centro.
10. Contador de fotogramas: Nos informa sobre la cantidad de disparos que llevamos.
11. Botón vista previa de profundidad: Al apretarlo se coloca momentáneamente la apertura de diafragma previamente seleccionada para que nos hagamos una idea de la profundidad de campo que tendremos. En ocasiones también tiene una palanquita que servirá como temporizador.
12. Manivela de rebobinado: Cuando terminamos el carrete, tendremos que accionar un botón que se encuentra en la parte inferior de la cámara para poder girar esta manivela de rebobinado y que la película vuelva al interior del chasis. Si abriésemos la cámara sin realizar este paso, la película quedaría expuesta a la luz y perderíamos nuestro trabajo.

¿Cómo funciona una cámara analógica?
Todos los objetos y cuerpos reflejan parte de la luz que incide sobre ellos.
Esta luz reflejada entra en nuestros ojos atravesando el cristalino, que hace de lente y enfoca según la distancia; pasa por la pupila, nuestro diafragma natural cuya apertura controla el iris; y, finalmente, se proyecta sobre un tejido sensible a la luz, la retina.
A partir de aquí, unas células fotorreceptoras transforman esta proyección de luz en impulsos nerviosos que viajarán a través del nervio óptico hasta el cerebro, responsable de interpretar y llenar la imagen de significado.
Bien, pues este perfecto mecanismo que es la vista es el que reproducen las cámaras:
Los haces de luz que desprende el sujeto que queremos fotografiar atraviesan el objetivo, donde se concentran para ser proyectados (de manera inversa) en un único punto: la película fotográfica (que en caso de las cámaras digitales, sería el sensor).
Pero…. ¿Cómo retiene la película esta información lumínica?
Parece magia, pero en realidad es pura química: la película es un material fotosensible sobre el que se imprime una imagen latente cuando la exponemos de manera controlada.
Esto es posible porque está recubierta por una emulsión fotográfica en la que se ha introducido haluros de plata, un elemento que reacciona a la luz.
Esta imagen latente no es apreciable a simple vista. Por eso, deberá pasar por un proceso de revelado (y en ocasiones, positivado posterior) para que tenga el aspecto final que reconocemos.
Que haya o no fotografía, dependerá de exponer correctamente la toma y para ello tenemos que dominar lo que se conoce como triángulo de exposición: ISO, diafragma y velocidad de obturación.
Vamos a recordar qué es cada cosa:
ISO
Es la sensibilidad de las películas fotográficas (o de los sensores si hablamos de fotografía digital), su capacidad de respuesta a la luz expresada mediante un número (que puede estar representado en la escala internacional ISO, de ahí su nombre… pero también en la alemana DIN o en la americana ASA).
Cuanto más alto sea el ISO, más sensible será la película y más luz podrá capturar… Claro que un número alto también supondrá mayor grano y menor nitidez.
A diferencia de lo sucede en digital, con la fotografía analógica no podemos variar el ISO de una toma a la siguiente pues la sensibilidad viene dada por la película.
Es decir, que si compramos un carrete de negativo color con un ISO 400, tendremos esa sensibilidad ajustada durante todas las exposiciones que tenga la película.
Por eso tenemos que decidir previamente qué vamos a fotografiar o dónde creemos que vamos a disparar…
Por ejemplo: Si pretendemos llevarnos la cámara a una excursión por la montaña en pleno día, nos interesará colocar un carrete con un ISO bajito (ISO 100 p.ej) ya que vamos a tener el sol encima.
Sin embargo, si tenemos en mente usar el rollo en una fiesta que demos por la noche en casa, buscaremos uno que tenga una mayor sensibilidad (ISO 400 u 800).
Apertura de diafragma
El diafragma es un dispositivo que regula la cantidad de luz que entra a la cámara a través del objetivo. Se compone de una serie de láminas metálicas solapadas que varían su posición para dejar pasar más o menos luz según decidamos.
Se cuenta por “pasos”, su número se expresa con la letra f y funciona de la siguiente manera: cuanto más abierto está, más luz deja pasar hacia la película o sensor por lo que menor será la profundidad de campo.
Para no liaros, intentad recordar que hay una relación inversa: cuanto más abierto esté, menor será el número f.
Así que dicho de otra forma, con un diafragma abierto (nº f bajo: f/1.2, f/1.4, f/1.8, f/2.8), menor porción de la imagen estará enfocada.
Velocidad de obturación
Es la velocidad de disparo, la porción de tiempo en la que el obturador de la cámara permanece levantado dejando pasar luz hacia la película o sensor.
Volviendo a la analogía con la vista humana, el obturador sería nuestro párpado.
Se expresa en fracciones de segundo y de ella dependerá que congelemos o no el movimiento: cuanto más rápida sea la obturación, menos luz penetrará en la cámara, lo que nos dará mayor nitidez y definición además de esa sensación de haber detenido el tiempo -en caso de que hubiera algo moviéndose.
Una de las cosas buenas de disparar en analógico es que el ensayo y error sale caro… lo que nos fuerza a prestar más atención y a interiorizar rápido estas nociones sobre la luz.
Pero volviendo al tema, ¿por dónde seguimos ahora que sabéis un poco mejor cómo funciona una cámara y cómo moldear la luz? Toca…
Cargar la película
1. Antes de nada, aseguraos de que no hay un carrete dentro de la cámara o rebobinadlo en caso de que haya porque si la abrís podéis velarlo y perder las fotos que hubiera.
2. Levantad el botón de rebobinado para abrir la parte trasera de la cámara y colocad el rollo de película en el puerto de rebobinado. Bajad el botón para fijarlo.
3. Tirad ligeramente de la película hasta que llegue a la ranura que hay en la bobina de la parte derecha. Intentad que quede todo lo estirada que sea posible.
4. Esta bobina en algunas cámaras es más bien un rodillo dentado que nos permite enganchar las perforaciones de la película de modo que pueda avanzar cuando la pasamos.
5. Presionad el obturador para liberarlo y después accionad la palanca de arrastre para que la película se empiece a enrollar en la bobina de la derecha.
6. Cerrad entonces la parte trasera de la cámara. Este paso es muy importante para sellar la película y que no entre luz.
7. Presionad el obturador y arrastrad la película un par de veces para preparar la primera exposición. Sabremos que el carrete está listo para disparar cuando en la ventanita contadora de fotogramas aparezca el nº 0.
Negativo estropeado por la entrada de luz en la cámara
Tipos de Película
Seguro que estás pensando, vale genial, ya sé cargar la película pero… ¿cuál uso y de dónde la saco?
Podemos encontrar carretes fácilmente en Internet o en cualquier tienda especializada de fotografía.
Comprar uno u otro dependerá del aspecto que queramos que tengan nuestras fotos, y esto es otro punto maravilloso de la fotografía analógica: cada marca, modelo y sensibilidad os va a dar una estética diferente.
Con el tiempo, y mucha prueba, os iréis fijando en detalles como que un carrete Kodak UltraMax 400 reproduce muy bien los tonos de piel o que un Kodak Portra 800 proporciona un grano muy fino.
Hay muchas marcas conocidas: Kodak, Fujifilm, Ilford, Agfa, Polaroid… pero básicamente existen dos tipos de película: el negativo y la diapositiva.

El negativo
Se llama así porque la imagen resultante después del revelado queda invertida y vamos a tener que positivarla para que se pueda visualizar correctamente. Podemos diferenciar:
- Negativo color: Se obtiene una imagen con los colores complementarios a los originales. Es la más popular y, por tanto, la que ofrece una mayor gama de productos.
- Negativo en blanco y negro: está diseñada para formar una imagen en tonos grises inversa de la original. El revelado de este tipo de negativo es más caro porque necesita un proceso manual.
Negativo color a la izquierda y su positivo a la derecha
Película blanco y negro
Película color
La diapositiva
A diferencia del negativo, nos proporciona una imagen positiva directamente después del revelado, es decir, la podríamos visualizar correctamente tras la emulsión. Además se puede proyectar.
Aunque esto sea muy atractivo, no os recomiendo comenzar con diapo ya que tiene un rango dinámico muy pequeño que os obligará a ser muy precisas midiendo la luz.
Otro aspecto que tenemos que considerar a la hora de comprar un carrete es el formato, ya que cada cámara está diseñada para albergar un tamaño u otro.
Dependiendo de la altura que tenga la película, encontraremos distintos formatos:
- 35 mm (o 135): Tienen una altura de 24 x 36 milímetros y los rollos vienen con 24 o 36 fotogramas. Es el formato más extendido así que si habéis encontrado una vieja Canon, Nikon, Pentax, etc. analógica por casa, seguramente sea de 35 milímetros.
- 120 mm: También denominada de medio formato. Los tamaños de fotograma más comunes son 6×6, 6×4,5 y 6×7 y de ellos dependerá el número de exposiciones disponibles por rollo (entre 10 y 15). Se utiliza en cámaras de alta gama como la Hasselblad o la Rolleiflex.
- Película en hojas: Se usan en las cámaras de gran formato y vienen en cajas de entre 10 y 50 unidades.
TIPOS DE CÁMARAS ANALÓGICAS

Estenopeicas
Son, básicamente, cámaras oscuras: cajas estancas con una apertura mínima por donde pasan los rayos de luz, sin lente. De hecho son tan sencillas que si tenéis una lata y un alfiler a mano, podéis construir una vosotras mismas.
Compacta
Seguro, seguro que alguna vez habéis tenido una compacta. Son muy sencillas de usar ya que suelen automatizar funciones como el control de la exposición o la apertura de diafragma según la luz que haya, lo que las hace geniales para iniciación.
Las más modernas también las podéis encontrar con enfoque, arrastre de la película y rebobinado automáticos…
Tienen visor directo, usan película de 35mm, no son de lentes intercambiables y normalmente vienen con un objetivo de focal fija.
Recordad que:
Como el visor directo es simplemente una ventanita abierta en el cuerpo de cámara -normalmente por encima del objetivo- no sabemos exactamente cuál es el encuadre de nuestra foto. A esto se le llama “error de paralaje” y debemos tenerlo en cuenta para corregir ese pequeño desplazamiento que provoca.
Desechable
¡Las míticas que nos comprábamos cada verano! (y que podéis seguir adquiriendo en multitud de sitios a un precio asequible).
Son de un sólo uso, dentro hay un carrete de 35mm listo para disparar, son completamente automáticas, suelen traer un objetivo bastante angular y la mayoría incorporan un pequeño flash que podemos activar en condiciones de escasa luminosidad.
Al terminar la película, las llevaremos directamente a revelar ya que no permiten que nosotras extraigamos el carrete.
Telemétricas
Son de visor directo pero lo que las caracteriza es su forma de enfoque: el visor incorpora una herramienta llamada telémetro que es capaz de medir la distancia al sujeto utilizando un sistema de triangulación.
Básicamente, nos permite enfocar con la superposición de dos imágenes: cuando estas coinciden, el sujeto está enfocado.
Utilizan objetivos de distancia focal fija, son más ligeras que las réflex ya que carecen de espejo y pueden usar tanto película de 35mm como de 120mm.
Réflex
Vamos a distinguir dos tipos:
- Las SLR (Single Lens Reflex)
Tienen espejo y pentaprisma, lo que hace que la imagen que vemos por el visor sea la misma que registraremos (a diferencia de lo que pasaba con las compactas).
Para permitirnos ver la escena, el diafragma está siempre en su apertura máxima excepto cuando presionamos el obturador: en este momento, se coloca el tamaño de apertura que hubiéramos seleccionado previamente y el espejo se levanta para dejar pasar la luz hacia la película (por eso no podemos ver nada en el visor durante la exposición).
Miden la luz a través del objetivo (TTL: Through The Lens), son de objetivo intercambiable y ofrecen mayor calidad y control sobre las fotografías que una compacta pero, en consecuencia, son más voluminosas y pesadas.
También las podréis encontrar de 35mm o de 120mm.
- Las TLR (Twin Lens Réflex)
También llamadas binoculares, se caracterizan por tener dos objetivos de la misma distancia focal: el inferior es el que capta la imagen y el superior sirve para componer lo que vemos a través del visor (este no tiene diafragma y obturador).
El visor, que muestra una imagen horizontalmente invertida de la realidad, está en la parte superior de la cámara, por lo que tenderemos a encuadrar desde la cintura.
Las encontramos sólo en medio formato (120mm).
El Revelado
Elegida la cámara, la película, hechas las fotos… sólo queda la parte más mágica de todas: el revelado.
Como os comentaba más arriba, la película está recubierta por una emulsión fotográfica en la que se ha introducido haluros de plata. Este elemento, reacciona a la luz e imprime una imagen latente en cada una de las exposiciones de nuestro carrete.
Cuando lo llevamos al laboratorio, pasa por diferentes procesos químicos que permiten revelar y fijar nuestras imágenes: pre-humectado, revelado, baño de paro, lavado, fijación, aclarado, etc.
Este proceso se hace totalmente a oscuras ya que la película es fotosensible.
Si luego quisiéramos tener copias en papel de nuestras fotos, pasaríamos a un proceso de positivado mediante el cual se fija la imagen del negativo en un soporte como papel fotográfico.
¡Pero no os liéis con esto de momento! Lo más sencillo es que al terminar un carrete, lo llevéis a un laboratorio para que os lo revele y escanee. Normalmente, además de los negativos, os darán las imágenes digitalizadas en un pendrive u os las mandarán al mail.
Los precios varían dependiendo del carrete y calidad de escaneo, pero más o menos os costará esto para un carrete de 35mm:
- Revelado color: 4€
- Revelado blanco y negro: 10€
- Escaneado del rollo: 12€
Antes de Comprar
Analizad
Investigad bien qué opciones de compra hay. Si es vuestro primer contacto con el mundo analógico lo mismo os interesa adquirir una cámara en una tienda especializada donde os guíen y os ofrezcan una garantía.
Ahora, estas serán más caras que las que podáis encontrar en un mercadillo o por Internet, donde, por cierto, hay auténticas maravillas… El tema es que, de entrada, es complicado saber si funcionan o no.
¿Cómo saber si funciona?
Intentad siempre que os dejen probarla antes de llevar a cabo la transacción.
Si esto no es posible, inspeccionadla de manera escrupulosa: comprobad que no tiene marcas muy evidentes ni abolladuras, que la lente no está rallada ni tiene moho, que se puede desenroscar del cuerpo de cámara, que los botones funcionan, la compuerta se abre, el obturador dispara, el diafragma abre y cierra todos su pasos, el fotómetro se mueve…
Principales diferencias con una cámara digital
- El ISO está fijo en cada carrete.
- No se puede comprobar la foto después de tomarla.
- Sólo podremos ver las imágenes después de revelar la película.
- La cámara analógica no tiene pantalla LCD.
- No necesita baterías (aunque si tiene motor de arrastre, fotómetro o algún componente automático, necesitará alguna pila para que funcione).
- Los carretes ofrecen un número concreto de exposiciones y cuando se terminan hay que colocar uno nuevo, lo que implica cierta inversión.
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