Si la pregunta de por dónde se empieza a aprender fotografía nos abruma, pensar en cómo podemos dar el salto al mundo laboral, se puede convertir en toda una gincana de emociones.
En esta guía vamos a hacer un recorrido por las diferentes opciones que tenemos de cara a emprender esta carrera maravillosa que nos ocupa, así como por aquellas necesidades que puedan ir surgiendo en el camino.
Ya os adelanto que es un recorrido largo, caro y, a menudo, frustrante… pero con una luz enorme al final del túnel.
DEFINIENDO (Y DEFENDIENDO) LA PROFESIÓN…
Antes de nada, hay que tener claro que una fotógrafa profesional es alguien que se ha profesionalizado, que ha hecho de la fotografía su trabajo y sustento económico.
Independientemente de cuál haya sido nuestra formación, o del tipo de fotografía que realicemos, nos podremos colgar la etiqueta de “profesional” cuando nos estemos ganando la vida con esta disciplina.
Cursar un Máster de 15000€, hacerle fotones a tu sobrina o montar una expo en la biblioteca de tu barrio no te hacen fotográfa profesional, si no aficionada.
Es importante detenernos en esta definición porque necesitamos poner límites.
El hecho de que se democratice el aprendizaje y el acceso a la tecnología, es decir, que podamos apuntarnos a cursos completísimos en YouTube o comprar cámaras de calidad por “poco” dinero, a menudo nos lleva a confusiones como creer que podemos valorar un encargo profesional sin tener ni idea.
Os sorprendería la cantidad de clientes que me han ofrecido un trabajo “muy sencillito, que te ventilas en un par de horas y no te va a llevar nada de esfuerzo”.
Esto, además de irrespetuoso ya que se están entrometiendo en un terreno que no es el suyo, significa, básicamente, que quieren pagar poco y que no están valorando nuestra profesionalidad.
No estamos cobrando “tanto o tan poco” por unas cuantas fotos… El presupuesto de alguien que se dedica de manera profesional a la fotografía contempla además del producto final, toda la formación que ha sido necesaria para dominar la técnica, la enorme inversión en equipo, la garantía de profesionalidad, de que el trabajo va a salir adelante y el material no se va a perder por el camino, los años de experiencia, los gastos de transporte, la cuota de autónomos, el riesgo de haber asumido una profesión que puede ser muy inestable, nuestro criterio creativo, los derechos de autoría, y por supuesto, el desarrollo del trabajo en sí.
Y es necesario que nos recordemos esto de vez en cuando porque tenemos que ser las primeras en respetar nuestro trabajo.
Y ahora sí… veamos qué se necesita para llegar a este punto.
ATRIBUTOS PARA DEDICARSE A LA FOTOGRAFÍA
Tener ganas
Ganas hay que echarle a la vida en general, pero si vas a ser fotógrafa, más todavía… es una carrera de fondo que exige un gran desembolso económico de entrada y mucha mucha disciplina.
Pero como estáis aquí por motivos vocacionales, no os va a faltar ese motor que os permita rodar.
¡Sed optimistas y entusiastas! Esta pulsión de querer emprender el viaje os llevará lejos.
¡Orden, orden, orden!
Quizá no le prestemos mucha atención a esta cualidad… pero ser ordenadas os ahorrará muchísimos dolores de cabeza ya que a menudo manejaréis una desorbitada cantidad de información (sobre todo al principio, cuando por las dudas, volvemos de un evento de trabajo con miles de imágenes para procesar).
Y ya si lo multiplicamos por todos los eventos o sesiones que idealmente tendremos… pues haced cálculos.
Es fundamental crear un sistema: decidid cómo vais a nombrar y etiquetar vuestros archivos y dónde se van a almacenar.
Esto también tenemos que aplicárnoslo durante las sesiones: Muchas veces iremos con prisa, prepararemos atropelladamente la cámara y como no seamos disciplinadas con nuestro equipo y el orden, a menudo nos dejamos alguna pieza por el camino.
Y más de lo mismo para lo que tiene que ver con la parte administrativa: guardad de manera coherente vuestros gastos y facturas, una relación de los clientes, todas las declaraciones de Hacienda, etc.
Capacidad comunicativa
Una parte mágica de dedicarse a la fotografía es la cantidad de personas y lugares que conoceréis: Un día podéis tener una sesión en el campo y, al siguiente, estar en el helipuerto de un rascacielos de vuestra ciudad.
Esto implica trabajar con muchos equipos humanos diferentes con los que, inexorablemente, tendréis que comunicaros… así que desplegad vuestras mejores dotes de oratoria; queréis que toda esa gente se quede con un buen recuerdo de vuestro paso por ahí.
Ser resolutiva
Probablemente, diría que, junto al orden, la capacidad resolutiva es el otro atributo fundamental para dedicarse a la fotografía.
En una sesión, del tipo que sea, prácticamente todo puede desarrollarse de una forma diferente a la planeada (a no ser que estemos en un estudio profesional, con un recambio de cada pieza de nuestro equipo, rodeadas de multitud de profesionales, etc. y aún así podemos amanecer con una tortícolis que nos haga posponer el shooting).
Puede ponerse a llover, se nos pueden terminar las baterías, fundir los fusibles, o que no recibamos a tiempo la ropa que el showroom tenía que mandar… por ejemplo.
Para todos estos casos tendremos que ser ágiles y buscar una solución a la velocidad del rayo para que no cunda el pánico; nuestra prioridad absoluta es que la sesión salga adelante.
Por eso, no está de más tener recursos y acudir al encargo con un plan B para la localización, llevar equipo de backup o revisar a cuánto estará el estudio más cercano en el que podamos alquilar equipo de urgencia.
UN CAMINO POSIBLE…
Hay gente que lo tiene claro desde el principio. A toda ella le decimos: ¡enhorabuena, tenéis una gran parte del camino hecho!
El desarrollo lógico cuando se tiene la certeza de hacer de la fotografía nuestra profesión, pasa por apuntarse a una buena escuela que más tarde os pueda facilitar un convenio de prácticas con algún medio o empresa.
Evidentemente, no es tan sencillo como suena: hay mucha gente cualificada con la que tendréis que competir, la inversión en un equipo profesional puede ser una gran barrera de entrada, la red de clientes tarda años en tejerse, etc. pero, tener la decisión tomada, irá guiando todo este proceso.
A la mayoría, sin embargo, nos pica el gusanillo de convertirnos en fotógrafas después de un tiempo haciendo fotos como hobby.
Te gusta cada vez más… tú estás contenta con los resultados y la gente que está a tu alrededor empieza a decirte que se te da genial.
Tu motivación aumenta un doscientos por ciento, te compras una cámara un poco mejor, inviertes en tu primer objetivo fijo (un 50mm, f/1.8, no falla), compartes tu trabajo en las redes y no hay un sólo día en el que salgas de casa sin la cámara a cuestas.
Le haces trillones de fotos a tus hijos, tu tío te pide que lleves la cámara a su cumpleaños, documentas los conciertos que dan tus colegas y a tu amiga, actriz, le haces unos retratos monísimos para su book.
De repente recibes la llamada de un conocido de tu primo: te ha recomendado y necesita saber cuánto cobras por una sesión. ¡Whaaaaaaaat?!
¡Tú primer encargo!
Consejo…
No os vengáis muy arriba. Es mejor informarse, averiguar cuánto cobraría un fotógrafo experimentado por ese mismo trabajo y ajustarlo a vuestra circunstancia.
Ofreced pruebas gratis que generen confianza, sed honestos y mimad mucho a la gente que se interese por vuestro trabajo.
Sí, bastantes clientes acabarán apretando para conseguir el máximo beneficio al menor precio. Ya habrá tiempo para negociar cuando estéis en esa situación… uno de los mayores errores cuando empezamos a trabajar como fotógrafas es que nos creemos la mismísima Annie Leibovitz. Y esto no es así, claro.
Es mejor idea ser modesta y coherente con lo que a experiencia y porfolio se refiere… os quitará mucha presión porque vosotras mismas estaréis ajustando la expectativa en un plano más real.
Y tras sobrevivir a la sesión del conocido de tu primo, ¿qué viene después?
Analizad cómo os habéis sentido. ¿Estáis contentas? ¿Os sentís cómodas haciendo retratos y pensáis que habéis sabido dirigir bien al personaje? ¿Sabéis si vuestro modelo se ha sentido a gusto? ¿Os habéis encargado también del retoque? ¿Habéis tenido que invertir dinero en alquilar un estudio o en maquillaje y peluquería? ¿Qué cambiaríais de esa primera sesión?
Que un hobby termine convirtiéndose en nuestro trabajo tiene la parte positiva de aprender a dominar algo que, de entrada, nos encanta, y la negativa de que dejará de ser un hobby.
Por eso, pensad bien a qué tipo de fotografía os gustaría dedicaros. Si os especializáis tendréis más credibilidad de cara al público y, por tanto, mayor probabilidad de que quieran contratar vuestros servicios.
Si os tuvierais que operar de la rodilla iríais… ¿a un cirujano especialista en rodillas o a otro que de vez en cuando opera rodillas y, en otras ocasiones, hernias, ojos y apendicitis? Pues eso.
ANTES DE BUSCAR TRABAJO
Hayáis tenido o no alguna experiencia laboral previa con la foto, si habéis determinado profesionalizaros, toca valorar las necesidades que se desprenden de esta decisión:
Conocimientos
¿Sabéis realmente cómo funciona la luz? ¿ Manejáis a gusto el modo manual de vuestra cámara? ¿Podríais solucionar una situación en la que se rompe el flash?
Aunque no hay mejor escuela que la experiencia, si vamos a cobrar por un encargo, necesitamos asegurar un nível mínimo de conocimientos técnicos… de otra forma, no sólo estropearemos una relación laboral si no que podemos pasar muy malos tragos en caso de que algo se tuerza y no sepamos por dónde seguir.
Nunca dejéis de estudiar. Apuntaos a cursos y workshops siempre que podáis y mapead la web en busca de los mejores planes de estudio si queréis empezar una carrera.
Como complemento a lo anterior, una muy efectiva inmersión laboral cuando empezamos consiste en asistir a fotógrafas profesionales.
Puede ser complicado dar con alguien que os ofrezca esta oportunidad porque las sesiones suelen ser estresantes: a menudo hay poco tiempo, hay cambios de última hora, prendas que no llegan, el fotografiado aparece de morros… y la labor del asistente es procurar que la fotógrafa tenga todo lo necesario dispuesto para sacarla adelante a pesar de los contratiempos.
Es comprensible, entonces, que quiera contar con alguien en quien confíe plenamente y sepa que podrá asumir este papelón…
No tiréis la toalla, peinad las redes en busca de fotógrafas cercanas cuyo trabajo os guste e inspire y escribidles con la propuesta. Muchas de ellas van con dos y hasta tres asistentes a las sesiones, seguro que alguno de ellos os tiende la primera mano.
Equipo
No podremos trabajar sin un equipo mínimo. A lo largo de nuestra carrera, nos surgirán encargos con necesidades técnicas concretas e iremos actualizando la mochila de cámara o alquilando cosas puntualmente… pero tenemos que contar con una base que nos haga sentir cómodas.
Hay muchísimas opciones en el mercado y seguro que encontraréis rápido la vuestra. Para ayudaros con la búsqueda, os diré que lo más importante es preguntarse: ¿Qué tipo de fotografía voy a hacer?
Si queremos dedicarnos a la foto social y poder cubrir eventos, bodas, fiestas, etc. nos interesará un objetivo zoom que nos proporcione un buen rango de acción y un equipo versátil y ligero ya que pasaremos muchas horas de pié con la cámara al cuello.
Mientras que si lo que nos interesa son los bodegones y el producto, valoraremos un set de iluminación específico, un buen trípode y alguna lente macro.
En este artículo os podréis informar sobre los tipos de cámara que existen y en este otro, encontraréis una completa guía para elegir el objetivo adecuado.
No tengáis prisa, comparad opciones, leed reseñas y si podéis, tocad el equipo. Acercaos a cualquier tienda especializada donde podáis empuñar la cámara, valorar su peso, ver si os parece cómoda, si os gusta la disposición de los botones, etc.
Especificidades aparte, necesitaréis: Un cuerpo de cámara, preferiblemente full frame Uno o dos objetivos Al menos, un par de baterías (¡jamás os la juguéis a una!) con su cargador Tarjetas de memoria (cuanto más rápidas, mejor) Lector de tarjetas Mochila de cámara Perita sopladora y alguna gamuza de microfibra para limpiar el equipo Ordenador para procesar las imágenes Algún programa de edición como Lightroom o Photoshop Disco duro para almacenar vuestros proyectos
E idealmente: Trípode (comprad uno bueno, os durará toda la vida) Flash de mano (speedlite) Reflector 5 en 1 Carta gris para hacer balance de blancos Ordenador portátil para llevar a las sesiones Cable para conectar el ordenador a la cámara Tableta digigráfica para retocar
Prepara un porfolio
Imaginaos el ecommerce de una marca de zapatos, sin fotos… sería como comprar a ciegas.
Este es el momento de bucear en todo lo que hicisteis como aficionadas. Es muy importante tener disponible una muestra de nuestro trabajo para que el cliente vea de lo que somos capaces.
Así que revisad vuestras fotos teniendo muy presente la idea de introducirlas en una narración. Es decir, la selección final debería ser una muestra coherente con lo que estáis ofreciendo y no un pastiche de imágenes a las que les tenéis demasiado cariño.
Si queréis presentaros como fotógrafas de boda, el cliente querrá ver retratos, fotos de grupo, momentos especiales, romanticismo, detallitos… y no la foto de un cóndor andino que capturasteis en un viaje por Chile (por muy fotón que sea).
Recordad que es mucho más inteligente subir poco y que sea potente a enredarnos con un álbum más bien flojillo… En cuanto comencéis a tener encargos podréis actualizar esta primera selección, pero hasta entonces elegid bien qué entra y qué se queda fuera.
Además de mimar mucho nuestras redes y seguidores, deberíamos tener un porfolio online con una URL personificada.
Afortunadamente, cada vez hay más servicios de creación de sitios web con fabulosas plantillas que nos van a solucionar la vida. Echadle un vistazo a los principales servidores: WIX, WordPress, Adobe Porfolio, Weeble, Zyro… comparad precios, escoged uno y lanzad vuestro contenido a la Red.
Define tu marca
Queremos que nos conozcan y nos reconozcan. Crear un porfolio es una parte fundamental en esta construcción de identidad pero siempre deberíamos tener presente que somos nuestra propia marca.
Aunque acabéis trabajando para una empresa o agencia, no bajéis la guardia con lo que compartís públicamente. Sed coherentes con vuestro estilo y con el tipo de fotografía a la que os queréis dedicar.
Hacerse un nombre y brillar en un nicho concreto de mercado llevará mucho tiempo. Lo normal es que por el camino nos toque desarrollar encargos fotográficos que poco tienen que ver con ese lugar hacia el que queremos dirigirnos… no pasa nada. Esto no es un fracaso ni algo que vaya a definir nuestro trabajo de manera permanente. Al contrario, aprovechad para aprender y retaros.
Es importante que empecemos a rodar a la primera oportunidad: el equipo que hemos adquirido tiene que amortizarse y nosotras tenemos que coger soltura y adquirir experiencia.
Ten visión de negocio
Y conectado con todo lo anterior… este punto ineludible que tanto nos cuesta a menudo. Si queremos vivir de la fotografía, nos tiene que generar ganancias, así de sencillo.
Nuestros ingresos deberían ser bastante superiores a los gastos para que todo este esfuerzo tenga sentido, así que toca ponerse las pilas con los números y las oportunidades laborales.
Si vais a probar suerte por vuestra cuenta como freelance o pyme, preguntad. Hablad con aquellas amigas y conocidas que tengan un negocio o que hayan emprendido alguna vez.
Leed libros sobre inversiones, riesgo, startups, creatividad, procesos productivos… Haced todo lo posible por conocer el barco en el que estáis a punto de zarpar.
No os empeñéis en tareas que os vengan grandes: está bien que queráis llevar vuestra contabilidad de manera informativa, pero contratad una gestoría que se ocupe de todas aquellas presentaciones de Hacienda que, de manera segura, rellenaréis mal en algún momento.
Os estáis profesionalizando así que rodeaos de profesionales.
No aceptéis ni rechacéis ninguna oferta sin tener toda la información: queremos maximizar nuestro beneficio pero no a costa de nuestra salud. Poned límites cuando consideréis que hay que ponerlos… recordad que los clientes también quieren maximizar su beneficio.
Mimad mucho mucho vuestra red de contactos. A no ser que hayáis montado una súper campaña de SEO y publi, la mayor parte de vuestros encargos, especialmente al principio, llegarán de la mano de este grupo de gente.
Cuanto antes asumáis que la mitad del tiempo seréis fotógrafas y la otra mitad empresarias, antes aprenderéis a delegar.
Y siempre, siempre, siempre… ¡disfrutad del proceso!