Si estáis dando vuestros primeros pasos en el mundo de la fotografía, salir a fotografiar flores es un ejercicio fantástico.
Os servirá para descubrir las capacidades de vuestras cámaras: explorar los menús con calma (¡taaaan largos tantas veces... pero asignatura obligatoria!), para haceros con el manejo de los botones, para que os familiaricéis con el modo manual, etc.
En definitiva, para ir cogiendo soltura con vuestro equipo y para descubrir, sin prisa y rodeados de naturaleza, cómo se comporta la luz según cambiáis los parámetros del triángulo de exposición (apertura - ISO - velocidad de obturación).
¡No hay mejor forma de aprender que probando, probando... y probando!
La luz perfecta
Seguramente no sea cuando más apetezca dar un paseo, pero el mejor momento para fotografiar flores es con el cielo cubierto, ya que las nubes actúan como un gran difusor del sol.
Esto hace que la luz llegue matizada a los objetos y se distribuya uniformemente, lo que nos dará como resultado unas imágenes de contrastes suaves y llenas de detalle.
Es normal que os sorprenda. Suele ser en los días soleados cuando más nos fijamos en las flores, en sus colores y en cómo inundan de vida el entorno… pero, en realidad, esta luz directa del sol genera abruptas diferencias entre los brillos y sombras, algo que complicaría la correcta exposición de la toma.
Una opción para tener un ambiente lumínico similar en ausencia de nubes, sería fotografiar especímenes que estén totalmente a la sombra.
Otro momento idóneo para capturar la belleza de las flores y las plantas es al amanecer, cuando la luz todavía es suave y aún no se generan grandes contrastes.
Vale, hay que madrugar… pero merecerá la pena si además tenemos la suerte de poder aprovechar el rocío que haya todavía o los bancos de niebla que se generan a estas horas.
Cuando el sol sale... y cuando el sol se pone. El atardecer es otra oportunidad fantástica para esta tarea.
Tendremos más contrastes que por la mañana pero podremos jugar con los rayos del sol y con bonitos contraluces: Como el sol está más bajo, bañará con una luz muy especial, y casi lateral, los pétalos semi translúcidos y se colará entre los troncos de los árboles.
Truco: Si en estas últimas horas del día queréis hacer un contraluz con el sol incluido en la escena, cerrad mucho el diafragma (hasta un f/16 o f/22) y veréis cómo adquiere forma de estrella.
Aunque todos nuestros consejos vayan dirigidos a evitar las horas centrales del día, esto no quiere decir que tengamos que descartar fotografiar con luz dura. De hecho, siempre dependerá del efecto o estética que estéis buscando darle a vuestras fotos.
El sol directo sin matizar también nos puede dar interesantes imágenes llenas de dramatismo y misterio.
Equipo básico para fotografiar flores
Primero e indispensable: una cámara. La que tengáis: Reflex, compacta, analógica, la del móvil… ¡Lo más importante es el ojo que esté detrás!
Por supuesto, hay diferencias entre un dispositivo y otro, pero no debemos dejar que el hecho de no tener la cámara de nuestros sueños se convierta en una excusa para quedarnos en casa y no salir a hacer fotos.
Si estáis empezando, os recomiendo exprimir las bondades de una cámara digital, ya que os permitirá ver a tiempo real lo que sucede al otro lado y el ensayo y error saldrá mucho más barato que si tenéis que revelar película.
Además, los programas de procesamiento y retoque digital cómo Lightroom o Photoshop, multiplicarán las posibilidades de vuestras tomas.
(Recordad que al utilizar estas herramientas, lo ideal es haber disparado en formato RAW o negativo digital para que nuestros archivos no pierdan calidad en el proceso).
El segundo paso, sería decidir con qué lentes queremos trabajar. Los objetivos más adecuados para conseguir las mejores fotos de flores y plantas son los macro y los teleobjetivos.
Aun así, no hay que descartar los angulares si lo que nos interesa capturar son paisajes y extensos campos de flores.
Los objetivos macro nos permitirán acercarnos muchísimo a nuestros sujetos y fotografiarlos con un nivel de detalle asombroso, ya que están diseñadas específicamente para poder enfocar a distancias muy pequeñas y conseguir ampliaciones de tamaño natural.
La mala noticia es que suelen ser bastante caros, así que es normal que nos lo pensemos dos veces cuando no tenemos en mente utilizarlos a menudo.
Si finalmente decidimos invertir en otra parte de nuestro equipo, sabed que existen algunos complementos que podemos colocar o acoplar a nuestros objetivos como alternativa al macro. Algunos de ellos serían las lentes de aproximación o el anillo inverso.
El teleobjetivo será la otra opción estrella para fotografiar flores. La distancia focal larga nos permitirá aislar a nuestro sujeto del fondo, convirtiéndolo en el protagonista absoluto de la escena.
Además, a diferencia del macro, tendremos que estar a cierta distancia para poder enfocar, algo que nos viene bien si por ejemplo queremos capturar cómo una abeja poliniza una flor.
Un consejo para destacar vuestras flores y plantas si vais a utilizar otro tipo de objetivo: Una apertura grande de diafragma ( f/1,4, f/2, f/2.8, f/4…) reducirá la profundidad de campo haciendo que el fondo por detrás de nuestros sujetos quede desenfocado.
El trípode es un grandísimo aliado a la hora de fotografiar flores… ¡y no solo! Pero en este caso nos hará un enorme favor salvando nuestras tomas en caso de que sople el viento.
Utilizaremos preferiblemente uno que pueda bajar lo suficiente como para colocarlo a la altura de nuestro sujeto. Si además podemos disparar con un control remoto para evitar mover la cámara al accionar el obturador, mucho mejor.
Consejo: La mayoría de las cámaras digitales ya vienen preparadas para que las conectemos a nuestros móviles por bluetooth o wifi a través de un software que nos permitirá manejarlas a distancia.
Sin trípode y con viento corremos el riesgo de que nuestras fotos salgan trepidadas (movidas) y este efecto “borroso” será más evidente aún si utilizamos un objetivo macro.
Esto sucedería teniendo en cuenta que queremos mantener una ISO baja para preservar la calidad de nuestras fotos y que no se llenen de ese ruido o grano digital que aparece con altas sensibilidades.
Otra forma de congelar el movimiento sería utilizando un flash aunque es preferible que lo utilicemos solo para rellenar sombras o cuando la luz ambiente no sea suficiente.
A no ser que estemos buscando un efecto dramático y lo que nos interese sea un flashazo frontal en mitad de la noche…
Si puedes utilizar un flash externo en lugar del que viene con la cámara, tendrás más libertad a la hora de orientarlo y ajustar la cantidad de luz.
Prueba a colocarlo en un ángulo diferente al de la cámara para crear volumen y empieza con una potencia bajita que podrás ir subiendo según tus necesidades.
Para los objetivos macro se suele utilizar un flash anular que se coloca alrededor del objetivo y elimina todas las sombras de la imagen.
Ten en cuenta que el flash anular está diseñado para este tipo de fotografías en concreto y que no te servirá de mucho para iluminar grandes escenas.
Por último, os recomendamos un accesorio que si no lo es ya, terminará convirtiéndose en un imprescindible de vuestra mochila fotográfica: el reflector, ese pequeño gran objeto que nos saca de tantos aprietos cuando andamos cortos de luz…
Con el típico reflector 5 en 1 tendréis un abanico enorme de posibilidades ya que viene con cuatro superficies diferentes de tela: blanco, negro, plata y oro; además de la posibilidad de convertirlo en un difusor para matizar la luz más dura si retiramos la tela.
Truco: ¡A veces el difusor viene genial para colocarlo como pantalla que corte el viento!
En resumen, estas son las claves para elegir el equipo fotográfico correcto con el que capturar las mejores tomas de flores y plantas:

- Cámara: mejor digital y disparando en RAW si queréis editar después.
- Objetivo: macro y tele preferiblemente.
- Trípode: evitará que nuestras fotos salgan trepidadas si hace viento.
- Flash: mejor externo a la cámara y solo para rellenar. Para los objetivos macro, un flash anular.
- Reflector: nos servirá para rellenar zonas de sombra.

Composición
¡Todo es composición! Bueno, es importante que la foto no salga quemada… pero el resto, es composición.
Podemos tener la rosa más perfecta, con los pétalos más delicados, el color más bonito, situada en el rincón más emblemático del universo… y sacar una foto que ni fu ni fa.
Cuando componemos una imagen es cuando realmente fotografiamos. Es nuestra voz, nuestra narración subjetiva, única y personal en la que ordenamos los elementos de la escena con una intención.
Por supuesto, hay reglas comunes de composición porque nuestros cerebros funcionan de manera similar y por tanto, la forma en la que leemos las imágenes se parece.
Estas directrices compositivas nos ayudan a entender cómo debemos construir nuestras fotografías para guiar la mirada del espectador y tienen que ver con la perspectiva, las líneas maestras, los tercios, el encuadre, el enfoque…
No os preocupéis porque las veremos en profundidad en otro artículo. Ahora os dejamos algunos trucos para que consigáis composiciones realmente originales y atractivas de vuestras fotos de flores y plantas:

Primer plano
Aísla tu sujeto, busca la forma de tener un súper primer plano que convierta tu flor en la gran protagonista de la escena.
Contraluz
El contraluz es una de esas técnicas con las que a menudo conseguiremos unas fotos de postal.
Aprovechad los atardeceres para salir a hacer fotos; como os decíamos más arriba, es un momento perfecto del día porque el sol es menos intenso e inunda el paisaje con una luz muy especial.
¡Por algo lo llaman la hora mágica!
Bokeh
El bokeh es una estética del desenfoque a la que podemos recurrir para destacar el motivo que queremos fotografiar haciendo que el fondo se difumine.
Para ello tendremos que usar objetivos luminosos con aperturas de diafragma grandes que reduzcan la profundidad de campo: f/1,4, f/2, f/2.8, f/4…
Recordad que cuanto menor sea el número f, mayor será la apertura de diafragma y, por tanto, mayor desenfoque tendréis.
Punto de vista
Jugad con la perspectiva cambiando el punto de vista para conseguir unas fotos originales.
Podéis probar con un contrapicado (como en este ejemplo), con un plano cenital, etc. Cualquier perspectiva que no sea la “normal” en la que tenemos el horizonte como punto de fuga, nos ayudará a desestabilizar la imagen y hacerla más llamativa.
Consejo: No os pongáis vuestras mejores galas para fotografiar la naturaleza porque acabaréis hasta arriba de tierra. Es más: no os pongáis vuestras mejores galas para fotografiar nada… ya veréis que a los 5 disparos estáis por el suelo buscando el mejor ángulo.
¡Flores como rascacielos!
Insectos
No hay que olvidarse de los ecosistemas en los que fotografiamos pues a menudo nos proporcionan información muy valiosa para contextualizar nuestra foto.
Y en el mundo de las flores, los ciudadanos son los insectos.
Aquí es donde os va a venir muy bien un teleobjetivo o un objetivo macro de distancia focal larga (100mm o 105mm) para que no tengáis que acercaros mucho al motivo y no espantar a la criatura… ¡O que no os espante ella a vosotros!
Recordad ser siempre respetuosos con el entorno, es muy importante no dañar las plantas ni molestar al resto de seres vivos que nos encontremos en nuestra senda fotográfica.

Gotas de agua
El agua es otro de esos elementos que puede convertir una foto que a priori decía poco, en una imagen interesantísima.
Podéis salir en busca de gotas de agua a primera hora de la mañana, cuando todavía quede rocío en las plantas. Aunque no sea más que condensación del vapor acumulado en el aire, conseguirá darle un toque mágico a lo que fotografiéis.
Otro momento perfecto para capturar el brillo de las gotas sería en los días lluviosos.
Y si no eres madrugador ni muy aventurero, nuestro consejo es que te hagas con el típico pulverizador que te solucione estos eventos atmosféricos y salgas cuando te apetezca.
Eso sí, preferiblemente trata de evitar las horas centrales del día, ya que el sol será más intenso.
Además de ese toque especial, las gotas de agua también producirán el efecto de refracción sobre el que te hablamos en este artículo, que le puede dar mucho juego a tus instantáneas.

Paisajes
Extensos campos de lavanda, de girasoles, de trigo, de tulipanes… Seguro que todos tenemos en la memoria algún recuerdo bucólico de paisajes infinitos.
Por ejemplo: Un viaje en coche en el que te quedas embobado mirando a través de la ventanilla cómo se despliegan los interminables campos de cultivo.
Las grandes plantaciones de flores nos transportan a lugares concretos y a pensamientos profundos.
Los objetivos ideales para fotografiar paisajes son los grandes angulares: aquellos con una distancia focal comprendida entre los 8 y los 25 milímetros.
Esto es así porque el ángulo de visión que nos proporcionan es muchísimo más amplio que el de los teleobjetivos o los macro que solemos usar para la fotografía de flores. Es decir, podremos capturar una parte mucho mayor de la escena que estamos contemplando.
Los objetivos zoom “estándar” que suelen venir con las primeras cámaras que nos compramos (18-55mm, 24-70mm...) también serían aptos para la fotografía de paisaje aunque cubrirán una porción menor de la escena.
Si os decantáis por un súper angular u ojo de pez, tendréis un ángulo de visión de 180º pero una imagen deformada… algo que podéis usar a vuestro favor como recurso creativo.
También podéis experimentar con vuestro teléfono, la fotografía móvil cada vez nos da unos resultados de mayor calidad.
Además, como ahora vienen equipados con varias lentes, en la propia interfaz de nuestra cámara del móvil se puede ver rápidamente la diferencia entre elegir objetivos angulares (x0,5; x0,6; x0,8) u otros de distancia focal media (x1) o tele (x2, x5).

Blanco y negro
La fotografía en blanco y negro nunca dejará de estar de moda.
Prueba a ponerte creativo y busca grandes contrastes. Aunque utilices un programa de edición de imágenes o algún filtro del teléfono móvil para pasar la toma a escala de grises, la foto quedará mejor y será más evocadora si puedes encontrar alguna flor blanca o de colores claros con un fondo oscuro.
¿Cómo conseguimos que nuestra flor salga bien expuesta y el fondo negro?
La opción más sencilla es encontrar una flor que esté directamente iluminada por el sol con algún espacio en sombra por detrás.
Cuando tengáis esto localizado, tendréis que exponer vuestra toma midiendo la luz que hay en la flor y cerrando todo lo posible el diafragma para que la parte en sombra, o sea el fondo que no recibe luz directa, quede a oscuras.
Apoyaos en el fotómetro interno de la cámara para saber que estáis exponiendo correctamente, pero no os olvidéis de seleccionar una medición puntual y de poner vuestro punto de enfoque en el lugar del encuadre que ocupe la flor.
Si estáis haciendo la foto con el móvil, sería tan sencillo como seleccionar la flor en la pantalla táctil y el software de la cámara automáticamente medirá la luz de este motivo.
Otra opción, sería la contraria: Encontrar una planta o flor más bien oscura y recortarla contra un cielo encapotado.
Viento
Habéis encontrado el spot perfecto, la flor que os gusta, os colocáis, sacáis la cámara, medís la luz… ¡Y empieza a soplar el viento!
Para que vuestras fotos no salgan trepidadas tendréis que utilizar un trípode o algún elemento que os permita cortar el aire (antes os comentamos que el reflector vendrá genial para este tipo de situaciones).
Pero, ¿y si habéis salido de casa con lo puesto y no tenéis nada de esto?
La solución pasaría por utilizar el viento a vuestro favor e integrarlo en la foto.
¿Os suena aquello de... "si no puedes vencer al enemigo, únete a él"?
Pues preferimos llamarlo "tener recursos" y es algo que en fotografía os vendrá de perlas ya que muchas veces os encontraréis con situaciones lumínicas o escenarios diferentes a los que teníais en mente.
Para fotografiar flores con viento y conseguir un buen resultado, vamos a exagerar el movimiento.
Esto lo conseguiremos seleccionando una velocidad de obturación lenta de modo que el movimiento de las flores y hojas quede congelado en una especie de barrido.
Ya veréis que este recurso es estéticamente más agradable que un movimiento leve donde parezca que se os ha movido sin querer la toma.
Al dejar la cámara obturando (haciendo la foto) durante un tiempo prolongado, entrará más cantidad de luz al sensor y corremos el riesgo de sobreexponer la escena.
Es decir, se nos puede quemar la foto si no compensamos cerrando diafragma y/o seleccionando una ISO baja.
Otra forma de restar luz en caso de que no fuera suficiente ajustando nuestro triángulo de exposición porque ya estuviéramos al límite, sería acoplando un filtro de Densidad Neutra o ND al objetivo.
Estos maravillosos filtros sirven para exponer correctamente cuando, por la razón que sea, no podemos cerrar más el diafragma, bajar la sensibilidad ISO, ni aumentar la velocidad del disparo.
Funcionan reduciendo la intensidad de la luz y los podemos adquirir de un paso o de varios. Ejemplos:
Si tenemos una apertura de f/5.6 y colocamos un ND de un paso, la luz se reducirá como si estuviésemos utilizando un f/8
Si con el mismo diafragma f/5.6 pusiésemos en el objetivo un ND de tres pasos, sería equivalente a usar un f/16.
¡Y con toda esta información seguro que ya estáis preparados para salir y regalaros unas bonitas (fotos de) flores!
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